lunes, 27 de noviembre de 2006

Memento

Hace poco que volví a ver esta película y la verdad es que no recordaba que me gustara tanto. Aviso que si no habéis visto Memento, no sigáis leyendo.

Un hombre incapaz de crear nuevos recuerdos, Leonard (Guy Pearce) vive sólo para encontrar al asesino de su mujer, John G, y poder cumplir su venganza.

Me encantan las películas cíclicas, las que terminan donde empiezan. Memento es una vuelta de tuerca más, hay dos líneas temporales, una hacia adelante (en blanco y negro) y otra hacia atrás (a color), que acaban confluyendo en el final de la cinta, final en el que se terminan de destapar todas las mentiras. Estas dos líneas paralelas marcan todo el tempo de la película, mejorando visualmente el
paralelismo existente entre los dos personajes que padecen la enfermedad de la memoria: Sammy Jankis, cuya historia nos cuenta Leonard mientras habla por teléfono y transcurre en blanco y negro, y el propio Leonard, cuya historia vemos en color.

En la película nada es lo que parece, un desfile de personajes se sucede antes nuestros ojos: no podemos fiarnos de ellos, de nuestras primeras impresiones, ni siquiera de las impresiones de Leonard, pues a lo largo de la película se irán cayendo todas las máscaras. Natalie (Carrie-Anne Moss) pasará de parecernos una sensible y compasiva camarera que ayuda a Leonard por empatía, a mostrarse como la fría y manipuladora novia de un camello asesinado por el propio Leonard, el cual lo mató pensando que mataba a John G.

Ni siquiera el propio Leonard es lo que parece. El principio de la película nos muestra a Leonard disparando a sangre fría a Teddy (Joe Pantoliano), un personaje que aparecerá durante toda la película para aconsejar a Lenny, como el lo llama, y que al final descubriremos que es un policía corrupto que usa a Leonard para sus propios intereses. Pero la sorpresa mayúscula de toda la película se produce en la charla que casi cierra el film, Teddy le recuerda a Leonard que su mujer no murió, que al dossier de la policía que tiene le faltan páginas porque él mismo se las ha arrancado, que la historia que él atribuye a Sammy Jankis (un caso de la misma enfermedad que él padece que investigó cuando trabajaba en una aseguradora) no es más que una deformación de su propia historia. Leonard sí puede crear nuevos recuerdos, a base de repetirse mentalmente una historia, la de su mujer muerta y el asesino al que sólo él puede encontrar y matar para cumplir su venganza, consiguió tener un objetivo en la vida para seguir adelante. Eso era lo que necesitaba para continuar viviendo, tener una razón, una motivación, un objetivo que seguir. El problema llegó cuando cumplió ese objetivo, cuando encontró al hombre que entró en su casa a robar y violó a su mujer, no cambió nada, siguió sin recordar ese momento
y empezó a construir un rompecabezas que jamás podría completar. Empezó a mentirse a sí mismo para poder seguir adelante.

La reflexión que plantea la película va más allá de la verdad y la memoria, no sólo relaciona lo que tenemos por verdadero con lo que recordamos, no podemos confiar en nuestra memoria, nuestros recuerdos son parciales, nunca exactos; la película acaba centrándose en el hecho de que esos recuerdos, nuestros pensamientos, nuestras reflexiones al fin y al cabo, son lo único que nos aferra a la realidad, una realidad totalmente ajena y que puede no tener nada que ver con lo que nosotros creemos, tenemos que creer que el mundo seguirá ahí aunque cerremos los ojos, que lo que hacemos tiene algún sentido. Todos nos mentimos para ser felices, aunque esas mentiras acaben derrumbándose y la verdad aflore tarde o temprano (hay tres instantes en la película en los que los recuerdos reales de Leonard sobre lo que le ocurrió a su mujer afloran, uno de ellos es cuando acaba de contar la historia de Sammy, se ve a éste sentado en una clínica mental y durante un instante podemos comprobar que quien en realidad está sentado es el propio Leonard; los otros dos instantes los dejo sin nombrar para que los busque quien quiera).

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